un mar de palabras

Monday, October 08, 2007

Me pierdo por las calles

Siempre he buscado, sigo haciéndolo, entre el rumor y el ruido de un sábado cualquiera, perdido en una ciudad en la que soy un desconocido. No hay miradas, sólo la que tengo, entre el calor y los colores de la noche. He sentido la pureza de los límites y a veces me pregunto si no es así la vida: una continua demostración de la necesidad de sentirnos vivos a cada minuto.
No he renunciado a la magia de las calles, al empedrado de ese Madrid antiguo que nos conmueve y alborota. Tampoco al frío de la duda, del despertar agridulce y la vida lejos. Pero no me he dejado vencer y he ganado, minuto a minuto, la alegría de las madrugadas, ese dolor del tiempo que he hecho mío.
Y aquí estoy, solo ante la palabra, mi palabra, la única que podrá salvarme. Por eso ahora, más que nunca, nada conmigo y súbete a esta travesía de otoño, que también abrazará el invierno. Te espero.

Tuesday, October 02, 2007

Valeria

Ya te has dormido. Ha sido un día más en tu vida, un día precioso para tu papá, que te siente cada día más cerca, más viva. Parece que contigo el placer de las horas es mayor, como si el tiempo fuera nuestro aliado. A veces cuando te miro me pregunto qué será de nostros cuando los dos seamos mayores, cuando nos cueste reconocernos ahora que aún somos el mismo cuerpo.
Dicen que vosotros, los niños, nos hacéis mayores. Quizá porque la apisonadora del tiempo nunca deja de funcionar, debemos ser mejores, aspirar a crecer igual que tú, Valeria, decididos a ganar el mundo día a día. Ahora que surgen dudas, quizá por la losa de siempre buscar, te has convertido en mi mayor verdad. Miro alrededor y no encuentro más sentido a la vida que verte despertar, reírte, aprender a llorar... Necesito que me ayudes a convivir con esta lucha diaria por intentar merecer tu cariño, el que te has ganado por todo el amor que nos diste antes de nacer.

Te quiero, mi niña. Sigue soñando.

Me quedo en tu orilla

“Al final, siempre vuelvo a mí... Perdón por el retraso”

Abro la mirada al otoño y miro al tiempo, ese amigo que, silencioso, siempre va de tu mano. Me he detenido a no pensar más, a convencerme de que lo que venga llegará sin esperarlo. Reflexiono sobre la fuerza, la que tiene que invitarnos a seguir hacia delante, sin más pretensiones que vivir a tope cada minuto que pase.

He recorrido los días, los caminos por los que nado y he sentido la pasión de las horas, ese sonido inconfundible del mar que duerme dentro de nuestro cuerpo después de cada verano. He volado con los minutos y he decidido ser, sentir que nunca es tarde y que la vida está ahí, siempre esperándote. Y es que, si sufrir es crecer, mi tren se detiene en la estación, a mirar los paisajes verdes, rojos, azules... del olvido diario.

Me he parado a buscar un sueño, a decirme que puede ser verdad y que, siempre, siempre, hay una salida hacia el cielo, ese que nos espera siempre. Te digo que grito, que estoy gritándote, para que nunca faltes, para que siempre te quedes conmigo, esperanza.